sábado, 12 de diciembre de 2015

PROMESAS QUE NO SE CUMPLEN NO SOLO EN POLITICA

PROMESAS QUE NO SE CUMPLEN NO SOLO EN POLITICA


NUESTRA PALABRA ES NUESTRO ÚNICO BIEN CON VALOR.
LAS COSAS MATERIALES SON CIRCUNSTANCIALES Y UN DÍA PODEMOS ENCONTRARNOS SIN ELLAS

Es mejor que no te prometan nada, porque asumes que algunos están muy lejos de cumplir lo que prometen. Todos hemos escuchado a los abuelos decir, sobre aquellos lejanos tiempos, en que honrar una promesa, era poco menos que verte con un compromiso de vida o muerte. Y no hablo de promesas de amor, de las que ya tenemos asumido, son las promesas que más dejan de cumplirse. No importa que lo que te prometan sea algo trivial o algo muy importante, el compromiso de decir que harás o darás algo, debería ser suficiente para que te hagas cargo de ello.
Es que cuando las personas cumplen la palabra empeñada, gozan de buena reputación y de solvencia moral, en caso contrario su palabra es sinónimo de descrédito, de deshonor, de deshonra. Una persona así, es de baja ralea, es un vulgar delincuente cuya palabra es un cheque sin fondos, es un parapeto ambulante con el pestilente hedor de quien ha caído en un pozo séptico que no logra disimular ni con la fragancia más costosa.
La palabra dada y aceptada entre personas de honor es el compromiso de una contraprestación futura y su incumplimiento es una burla, un irrespeto, una insolencia hacia quien ha creído y para quien se ha hecho creer. Dicho de otro modo, una persona sin palabra es una desvergüenza para si misma y para sus congéneres, porque no solo comporta una desconsideración para quien creyó en ella o en él, sino para su propia persona.
Si las personas acostumbradas a deshonrar, desconocer y a faltar a su palabra, tuvieran una mediana inteligencia respecto de lo que se hacen a sí mismas, seguramente se conducirían en la vida de una manera más responsable para gozar de la admiración y el respeto de su entorno y hasta más allá.
Una persona sin palabra desde luego es una persona mentirosa. Así los refranes recogen “que quien no cumple su palabra al fin su desdicha labra” y “que quien no cumple su palabra a las consecuencias se atiene”
A quienes les gusta engañar a los demás, su palabra jamás será auténtica, porque siempre habrá dentro de ella algún subterfugio para incumplir los compromisos.
Por eso, cuando no se cumple la palabra, se pierde el honor y cuando se pierde el honor va todo de mal en peor.
Infortunadamente, las personas sin palabra y sin honor, engañan a las personas honestas, a las que no tienen resabios, porque nunca han pensado no cumplir y ven en su propia condición la honestidad del otro, porque desgraciadamente, “no hay nada más fácil que engañar a un hombre honrado”. Nunca prometas, lo que cumplir no cuentas.

Cuando las promesas de los candidatos a cualquier cargo político sólo quedan en eso, despiertan en los ciudadanos diversas reacciones, siendo la apatía la más preocupante y la que los desalienta a seguir participando en los procesos electorales.

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